Por cortesía del fantástico escritor Juan Eslava Galán, os dejo aquí este pedacito de su libro "1000 sitios que ver en España al menos una vez en la vida". Este libro es muy útil y ameno para todo tipo de viajeros, ya que en él se incluyen muchos sitios interesantes, no todos porque como bien dice el Sr. Eslava serían muchos más. en "1000 sitios que ver en España al menos una vez en la vida" ha intentado incluir el variado gusto de los españoles procurando que el censo fuese equilibrado y a tenido a bien mencionar la divertida tomatina de Buñol.
A cuarenta kilómetros de Valencia se encuentra el pueblo de Buñol, donde el último miércoles de agosto se organiza la popular tomatina, una ancestral celebración que se remonta a 1944, cuando una trifulca juvenil junto a un puesto de verduras suministró la idea. La verdulera afectada se desgañitó insultando a los participantes (¡como una verdulera!). Ignoraba la pobre mujer que estaba entrando con paso firme en la historia.
La fiesta ha ido evolucionando y ahora la organiza el propio Ayuntamiento, que suministra a los participantes cientos de toneladas de tomates maduros, rojos e inofensivos (el tomate se debe aplastar con la mano antes de lanzarlo).
No ha sido fácil que arraigue la tomatina. Alcaldes y jefes locales del Movimiento la prohibieron en 1951 y 1957 por considerarla impropia de un pueblo portador de valores eternos. Tuvieron que pasar muchos años antes de que los nuevos consistorios democráticos, concienciados del interés antropológico y cultural de la fiesta, la declararán Fiesta de Interés Turistico Internacional (2002) y se dictaran unas normas elementales para que discurriera por cauces civilizados.
La tomatina empieza a las once de la mañana con un chupinazo: es la señal para que los participantes (entre los que los japoneses van en camino de ser mayoría: ¡banzai!) comiencen a lanzar tomates en todas direcciones, todos contra todos, una batalla sin cuartel, una orgía de alegría y color (rojo, claro) que los vecinos más pacíficos siguen con interés desde el resguardo de ventanas y balcones. Transcurrida una hora, suena un segundo chupinazo municipal que marca el final de la batalla y el personal se abraza eufórico con el subidón de adrenalina y se va a calmar el hambre y la sed que despertó laa refriega. Con la calle despejada llegan los empleados de la limpieza municipal y baldean con mangueras el pisto que tapiza las vías y el mobiliaro urbano. Es de notar que la ciudadanía colabora, cada cual adecentando la fachada de su casa.
La tomatina está tan arraigada que incluso se la ha dotado de un himno, la canción "Todo es del mismo color", interpretada para este distinguido y selecto público por el grupo buñolense de rock Malsujeto.
La tomatina tiene fervientes detractores en organizaciones y plumas bienintencionadas que cada año protestan del derroche de toneladas de tomate con las que se podría abaastecer de vitamina C a la defecitaria población del Cuerno de África. Llevan toda la razón. Y si los europeos dejásemos de ir al fútbol, de salir los fines de semana y de tomar helados es seguro que podríamos remediar el resto de las carencias del Cuerno de África, porque no hay derecho a que los occidentales vivamos tan bien (aunque deslomados de trabajo y breados a impuestos), mientras que tanta gente del tercer mundo pasa hambre.
Además de la tomatina, Buñol ofrece al visitante algunos monumentos y bellos parajes naturales.